Músicos callejeros: 25 años de Klandestinos


09-09-2014

Klandestinos

Si alguna vez me tropiezo con alguna vieja fotografía de cuando empezamos a tocar, siempre me sorprende el mismo, obsesionante, rasgo. En todas ellas aparecemos con la misma y estúpida sonrisa. Siempre es igual, idéntica, como si se tratase de una máscara. Este signo inequívoco ha determinado parte de nuestra vida: tocar y tocar con una sonrisa en los morros.

 

 “Alguna vez dejaremos de tocar, digo yo”, es una expresión que, de vez en cuando, empieza a salir entre nosotros, pero la realidad es que, después de veinticinco años, Klandestinos vuelve a las Ferias y Fiestas de Guadalajara.

Nuestra historia con la música se hubiese terminado con el debut, allá por el año ochenta y tres, en la “aniquilada” Banda Provincial de Música: tocar algún concierto en La Concordia, una serie de millares de procesiones por distintos pueblos de la provincia, alguna diana, muchos pasacalles o varias decenas de tardes de toros. No aspirábamos a más.

Pues no, quiso la providencia que, en aquellos años, al maestro Simón le diese por crear una sustanciosa cantera de músicos y, algún otro chico como yo, acabó solfeando junto a su piano. ¡Ese fue el verdadero inicio klandestino!. Ahí conocí a los más grandes talentos de nuestro tiempo.

Charanga Klandestinos

El primer año de Klandestinos yo no lo sé bien, sólo lo que me han contado y, por lo oído, fue movidito. Empecé a formar parte de la charanga justo después de esas primeras Ferias y Fiestas.

Desde el punto de vista de músico de charanga, Guadalajara, al igual que una gran mayoría de localidades españolas, durante una semana, es un espectáculo entre deslumbrante y repugnante.

Por ejemplo, el desfile de peñas es un momento donde, por costumbre, toca la vil borrachera colectiva. Todos los años acaba ocurriendo lo mismo y nosotros, como infatigables músicos callejeros, tendríamos que centrarnos más en el trabajo. Los propósitos son inmejorables, pero al cabo de media hora larga de espera, ya, alguno ha perdido el decoro. Después de tantos años, a base de caer en los mismos errores, hemos comprobado que es realmente cierto que el alcohol mata a las células del cerebro, pero es muy selectivo y sólo mata las que contienen el sentido común, el pudor, la vergüenza y el autocontrol.

Una vez superada la prueba del desfile inaugural, todo es más fácil. A partir de ese instante, el clásico baile vermú es nuestro momento más satisfactorio. Realmente lo preparamos a conciencia y la elección de los temas provoca más de una discusión; agravada cuando tenemos que seleccionar qué interpretar en el festival de charangas. No es fácil ponernos de acuerdo, somos muy tercos y las tontunas que salen de nuestras cabezas muchas. Lo cierto es que cada día somos más y pienso que es un acto que ya se ha convertido en un clásico casi institucionalizado.

Charanga Klandestinos

Lo de la diana es otro cantar. La noche anterior, muchos nos marchamos a dormir, pero, inevitablemente, para otros viene la parte en que las copas entran sin pensar. Podrías suponer que cada año es una incógnita ver en qué estado encontramos a los trasnochadores. Pues estáis equivocados, ya sabemos de antemano lo que va a aparecer ante nuestros ojos: unos músicos deshechos y abandonados. Lo de los peñistas es mejor no explicarlo.

Al acercarse el amanecer, a ritmo del Himno del Dépor, recogemos a un rebaño salvaje y nos encaminamos hasta la plaza de toros. A estas horas es muy complicado hacer sonar cualquier instrumento de viento, las heridas e hinchazón de labios hace que sacar una nota medio decente sea bastante complicado. Poco a poco se entra en calor y aparecen los que llamo “catalizadores de la fiesta”; esos personajes que garantizan que la fiesta se desmadre completamente. Para ello seleccionan una serie de objetos arrojadizos (botellas, cajas, vasos, bocadillos, zapatillas, tangas, algún flotador…) y los lanzan graderío abajo. Si con esto no se anima la fiesta, probablemente sean ellos mismos los que se lancen como si fuesen escombros.

El final de las fiestas de Guadalajara, aunque no es raro que quede alguna que otra actuación, siempre ha significado, para nosotros, el final de la temporada. No penséis que en estos años han sido todo risas y disfrute. No, para nada. Hemos tocado para mucha gente impertinente que te malpagaba, gratis en manifestaciones en contra de la OTAN o en marchas protestando por la energía nuclear, con ultraderechistas aficionados a algún club de fútbol o baloncesto, en carnicerías (literalmente) de toros. También ha habido que salir por piernas de pueblos donde será difícil que nos vuelvan a ver, hemos gastado más de lo que ganábamos (para los negocios somos únicos), hemos dormido en coches, corrales, pocilgas, parques o en casas semiderruidas y, sólo ahora, después de tener el culo pelado de soplar, hacemos cosas que realmente nos satisfacen.

Según para qué, veinticinco años puede parecer que no es demasiado, pero no para una agrupación musical. Tras haber recorrido prácticamente toda nuestra querida provincia, actuar en Valencia, Madrid, Pamplona, Teruel, Vitoria, La Rioja o Segovia; darnos a conocer por Francia a base de kilómetros en autobús o ganar diversos premios en concursos de todo tipo, a lo que, personalmente, no me acostumbro es a las dianas, a los petardos, al típico borracho que afirma ser músico porque tocaba la corneta en la mili y a que me empiecen a llamar señor. Otras costumbres que han cambiado es que no puedo ver destapada la pasta de dientes, cuelgo las toallas en su sitio, llevo siempre una muda limpia en el estuche de la trompeta, medicinas para diversos dolores y necesito más de una mañana para recuperarme de una noche larga.

El caso es que seguimos aquí. Seguirán cambiando cosas, pero Klandestinos es ya una familia y cuando pasa un tiempo corto sin vernos enseguida nos echamos de menos. Quién sabe, a lo mejor aguantamos otros treinta o cuarenta años, o nos hacemos inmortales que yo lo he visto en alguna película y de nosotros me lo creo todo, sin excepción.

Con respecto a la ‘Semana Grande’ de Guadalajara me gustaría agradecer a la peña Spynce, en particular, su confianza y respeto a nuestra labor y, también, a todas aquellas peñas que siguen haciendo un esfuerzo para contar con una charanga durante todos los días de fiesta. En este aspecto, bajo mi modesta opinión, el nivel musical ha descendido notablemente, en algunas ocasiones hasta cotas ínfimas. Me gustaría recordar que la música en la calle no consiste, exclusivamente, en hacer mucho ruido y es necesaria un poco de “vergüenza torera” por parte de los músicos que acuden a la cita así como de responsabilidad en los encargados de contratar a determinadas agrupaciones que no cumplen con un mínimo exigido..

Charanga Klandestinos

Por último, siento envidia por aquellas ciudades donde el día está plagado de actos culturales, de música, de teatro, de actividades para los niños, de vida. En Guadalajara, cada vez más, se ha ido reduciendo la fiesta a la noche y sus excesos, a las verbenas (muchas prescindibles) y con un recinto ferial alejado del corazón de la ciudad y de la mayoría de los ciudadanos. Habiendo tenido oportunidad de conocer numerosas localidades en sus días “grandes” no sería capaz de entender a Valencia sin las fallas en el epicentro de la ciudad, a Pamplona abarrotada y descontrolada en todo el casco antiguo, Teruel tomada por las peñas o Vitoria atestada de sus cuadrillas y charangas. Aún así, como klandestino y orgulloso de ser músico callejero no cambio Guadalajara por nada.

Por Daniel López Calvo

* Daniel López Calvo es integrante de la banda instrumental de viento-metal y percusión Klandestinos, que este año ha cumplido su cuarto de siglo de trayectoria y que cuenta con cinco discos: ‘Corcheas y Botellines’ (2001); ‘Sol y Sombra’ (2006); ‘1989-2009′ (2009); ‘Perversiones’ (2012) y su último trabajo por los 25 años, ‘K-25′. Trompetista en la conocida charanga, el autor de este artículo confiesa que sueña con la música desde que tiene algún recuerdo y añade que es “orgulloso maestro de música en la enseñanza pública”. Aunque se formó en el Conservatorio, considera que su verdadera escuela ha sido la Banda Provincial de Guadalajara y tocar en la calle. “Mis mejores maestros han sido mis compañeros de Klandestinos que, además de enseñarme música y a ganarme el respeto trabajando, me han cuidado y querido”. De modo que no lo duda: “Con ellos al fin del mundo”.

 

    Fuente de la noticia: www.elhexagono.wordpress.com, 7 de septiembre de 2014

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